Son ya las siete y media, no puede ser, si el dijo que vendría, vendrá.
Quizás se le ha ido el autobús ¿Pero media hora?, o ha salido tarde del fútbol ¿Pero media hora?, o que se yo también se puede haber puesto enfermo ¿Y no me ha llamado?
Deberíamos haber quedado en otro lado esta empezando a hacer frió y no llevo ropa suficiente. Dios, que frió hace!
"Pi, pi"
Un mensaje quizás es él, corriendo abro el bolso y saco el móvil, no, no es él, es Gemma que pregunta que si ya ha llegado.
<No, no ha llegado y me estoy muriendo de frió, ayer me dijo que no tenia ningún problema y hoy ni aparece. ¿Que hago? ¿Me voy?>
Si eso voy a hacer me voy y le envió un privado al Tuenti que aquí me estoy helando. Voy dejando atrás la esquina del McDonals y me dirijo al metro, el trayecto hasta mi casa no es muy largo pero hace mucho frió y en el metro seguro que hace algo más de calor. Entro y me siento en las escaleras esperando a que llegue mi metro, en ese instante veo a Miguel, un chico de mi clase de ingles, ¿que hace, viene
hacia mi?, pero si nunca he hablado con él.
- Hola, Tamara.
-Hola, ¿que haces tú por aquí? - no sabia que decirle, hasta ese día apenas habíamos hablado y siempre había sido de temas relacionados con los estudios.
- Pues supongo que lo mismo que tu, volver a casa - sonríe, que estúpida he sido como le he preguntado una cosa tan simple.
Hay unos segundos de incomodo silencio, pero en eso momento me doy cuenta de que en la mano lleva una bolsa bastante grande que aparenta pesar bastante, no se que podría llevar, pero quizás preguntarle seria demasiado personal, pero será mejor que aguantar un segundo mas este silencio.
- ¿Que llevas en esa bolsa, parece pesar bastante? - los dos miramos en dirección de la bolsa, pero el enseguida levanta la cara con una sonrisa que hasta el momento no me había fijado en lo bonita que era.
En realidad el chico no era nada feo, todo lo contrario, tenia el pelo pelirrojo y bastante corto, sin gomina, ni un peinado muy elaborado, tenia unos bonitos ojos verdes y una sonrisa muy feliz y sincera, solía vestir bastante informal, como la mayoría de los chicos de su edad y siempre iba a la moda. Pero pese a que era un chico muy agraciado, vamos, que además estaba muy bueno, no habían rumores de que
hubiera salido con ninguna chica del instituto, porque mas bien era reservado y estaba muy centrado en los estudios, pero aunque no lo conocía muy bien daba la impresión de ser muy simpático y agradable.
-Llevo unos cuantos libros y CDs que acabo de comprar para mí y para mi hermano.
- ¿Que libros lees? - Me había decidido a que esos angustiosos minutos de silencio no se iban a volver a repetir. Si quizás a el no le importaba, pero yo era una persona bastante abierta y me gustaba mucho hablar y escuchar pero odiaba el silencio si estaba en compañía, sobre todo desde aquel día del mes de noviembre...
Noviembre.
-Te dije que yo no quería ver esa peli, y encima de que se supone que esto lo hacíamos para intentar arreglar lo nuestro vas y me traes a ver " Zombis nazis", y si he venido es por ti... ¿Tanto te cuesta entender que no quiero cenar en un chino? - llevábamos por lo menos media hora discutiendo por el tema de la cena, yo lo único que le decía era que no quería ir a un chino y ya esta, y si a el le encanta la
comida basura que mas le da. Estoy empezando a pensar que esto de venir hoy aquí para intentar luchar por un relación que lleva semanas colgando de un hilo ha sido un gran error y encima como he sido tan tonta de pensar que el me seguía queriendo.
-Vale, pues no te preocupes yo iré al chino, tu ves a donde te de al gana! Que ya estoy harto de tus tonterías! - No, Luis no me podía haber dicho eso, el siempre había sido simpático, y sobre todo cariñoso y comprensivo, ese no era mi Luis.
- Como quieras - Respondo con la mayor firmeza que consigo reunir, y lo mas rápido que puedo me giro en la dirección opuesta a la que esta el, no me voy a permitir ponerme en ridículo de tal manera, jamás me va a ver llorar y mucho menos si la razón es él.
Ya había pedido mi bocadillo de beicon y queso y me había sentado lo mas apartada posible de la gente, al lado de la ventana para poder ver como ya había oscurecido del todo, como esa luz del cielo se había apagado, al igual que todo la alegría y ilusión de mi corazón puesta en esta relación ya, por mi parte, terminada.
Aun que mis ideas estaban bastante más claras que mi visión empañada aun por las lagrimas en esos momentos, aun tenia en la cabeza la frase que hacia unos minutos me acababa de decir "tu ves a donde te de al gana! Que ya estoy harto de tus tonterías!", cada vez que la repetía en mi mente, por mucho daño que me hiciera, algo imposible de evitar, se me iba desmoronando el castillo de ilusiones que me había construido en mi imaginación y que aun, después de tanto tiempo, no me había dado cuenta de que sus cimientos eran únicamente mentiras y verdades a medias.
Cada bocado que le daba a mi ya por cierto frió bocadillo me iba dando cuenta de lo sola que me iba quedando en la bocatería, bueno y en mi vida en general.
Ya eran las once y hasta mi casa aun había un buen rato así que me levante y deje allí mi medio bocadillo ya incomible y me dirige a la puerta, nada mas salir me di cuenta de que ese mentiroso, estúpido, cabezota y, perdón por el insulto, gilipoyas al que tantas veces le había llamado amor estaba allí sentado en un banco supongo que esperándome. Me acerque a él, que mas podía hacer, esperando que no se me notara las muchas lagrimas que había derramado esa noche por él, no era la primera vez que lloraba por "su culpa", pero nunca
había sentido ese dolor que en estos momentos me ahogaba.
- ¿Que tal has cenado? - Me dijo, sin ni siquiera mirarme a los ojos, con un tono totalmente vacío de sentimiento y con la única finalidad de iniciar una conversación que nunca iba a tener lugar.
- Mucho mejor que si hubiera cenado en un chino - Había sido lo más tajante que se me ocurría y por el contrario de los últimos meses, lo último que quería era hablar con él. Ante mi contestación se quedó callado y como si de una coreografía ensayada se tratase los dos tiramos en dirección a mi casa manteniendo un silencio eterno en el que los dos demostramos que ninguno querría estar allí, en eso minutos que para mi se me hicieron eternos recordé, con amargura, todos los buenos ratos que habíamos vivido, tantas tardes en la playa, tantas recargas de móvil gastadas el primer día después de ser puestas, tantos piropos, abrazos y besos... y de eso ahora solo quedaba el silencio, ese sonido a veces tan deseado y en este momento tan incomodo.
Ya reconocía la zona de mi casa, y con gran alegría me di cuenta de que ese rato de sufrimiento estaba llegando a su fin. Sentía como si necesitara alargar ese momento, necesitara saber que mañana todo, y sobre todo él, volvería a ser como antes, pero en el fondo yo ya sabia que nunca volvería ha estar con él, a mirarle de esa manera, a tener esa buena imagen de el y ese amor intenso y sincero que había sentido por él y en realidad contra antes me despidiera mucho mejor, antes podría decir adiós a esta etapa, que aunque nunca se borraría de mi memoria, y nunca querría que se me borrase, ha llegado a su definitivo fin, sin más vueltas ni líos solo con un simple adiós, que significara y reafirmara esa idea que siempre había tenido tan clara y que por desgracias había ido poniendo en duda estos últimos meses, nada es para siempre.
Pise mi patio, lentamente saque la llave de mi bolsillo y abrí la puerta hacia mi casa y hacia un nuevo capitulo de mi vida. Al ir a cerrar me di cuenta que mi Luis, mejor, solo Luis, iba a decir algo pero no, después de media hora de silencio todo estaba dicho y no le iba a permitir hacerme dudar en una decisión que hacia horas que tenia clara. Entonces di un decidido portazo, provocando en él un sobresalto que hizo que diera un paso hacia atrás y mirara sorprendido como me daba la vuelta y desaparecía de su vida, envuelta en la oscuridad de un patio en penumbra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario